Endémica y sorora: Abeja chilena es nombrada en homenaje a las mujeres en la ciencia Foto: Patricia Henríquez-Piskulich

La deforestación, uso indiscriminado de pesticidas y diversas otras acciones humanas han hecho que en los últimos años cerca de un 90% de la población de abejas hayan desaparecido y que las restantes fuesen declaradas en peligro de extinción. Consideradas los seres vivos más importantes del planeta por su rol fundamental en la supervivencia de múltiples especies vegetales y animales dentro de las que cuenta la propia humanidad, han suscitado particular interés al interior de la comunidad científica que, a través de su estudio, buscan pistas que permitan evitar el dramático daño que causaría su completa ausencia.

En ese esfuerzo se encontraba la entomóloga Patricia Henríquez-Piskulich junto a su equipo de investigación de la Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación (UMCE) cuando dieron con una especie polinizadora nativa en el sector de Farellones (Región Metropolitana). El hallazgo fue dado a conocer en la revista especializada PeerJ, incluyéndose en la lista más actualizada de abejas de la zona.

“La nueva especie de abeja nativa fue encontrada durante el trabajo en terreno de una investigación que buscaba ver cómo los ensambles de abejas se ven afectados por cambios en su hábitat provocados por el humano (introducción de plantas exóticas, construcción de áreas urbanas)”, detalló la científica sobre estos animales que enfrentan amenazas para subsistir, lamentando que la investigación para evidenciar estos impactos no cuenta con los apoyos necesarios, pese a su relevancia: “La descripción de especies nos permite categorizar organismos para que sea más fácil comunicar su información biológica. Facilita su estudio y nos permite entender las interrelaciones entre diferentes grupos. Todas las áreas de la biología dependen de una forma u otra de la taxonomía. Si las especies no se describen, no hay forma de comunicar su historia de vida, y tampoco es posible determinar su estado de conservación”, explica.

Similar en aspecto a las abejas de la miel, estos colétidos que no la producen, presentan un menor tamaño y densidad de su población, también son de hábitos más independientes y en lugar de nidificar en panales, lo hacen en conductos con recámaras que construyen en la tierra, o bien en tallos de plantas, no en colonias, sino en pequeñas familias que no responden a una reina. De su tamaño y gran capacidad de adaptación que les permite sobrevivir a temperaturas muy bajas, depende la flora más pequeña de la cordillera, ambas afectadas por la introducción de especies vegetales foráneas como las amapolas provenientes de California.

Xeromelissa sororitatis o “abeja de la hermandad” fue el nombre que le entregó la veterinaria especialista en insectos, en honor a las mujeres que trabajan en ciencias. Tal como asegura la UMCE al comunicar este importante descubrimiento, las mujeres que se dedican particularmente a la entomología, son pocas, por lo que valoran doblemente lo que resulta una oportunidad para relevar la representación femenina en el área. Al respecto, Henríquez-Piskulich señaló que pese a que “cada día un mayor número de mujeres entra a la universidad a estudiar STEM (disciplinas relacionadas con la ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas, por su sigla en inglés), en la actualidad sólo un 17% tiene posiciones de liderazgo tanto en la academia como en el sector privado. Este porcentaje varía dependiendo del área, cayendo tan bajo como un 8% en algunas disciplinas, pero nunca ha superado el 30%. También es menos frecuente que se les entrene en grupos de investigación de élite, que sean ascendidas, y tienen una mayor probabilidad de abandonar sus carreras profesionales (…) La necesidad de que un mayor número de mujeres trabajen en STEM va más allá de que exista paridad de género, son cruciales en aquellas áreas donde tomar una decisión puede tener un impacto sobre la vida de las personas, sobre todo si consideramos que las mujeres representan a la mitad de la población”, sentenció.

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